Diseño y experiencias a medida

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El sentimiento es la promesa de la vida y, también, el destino de un hotel. Cuando necesitamos hospedarnos en un hotel buscamos un espacio versátil que nos regale sensaciones renovadas, incluso cuando no acudamos por ocio sino por trabajo.

El hotel que mejor trate los sentidos de sus clientes mediante diferentes vivencias sensoriales, cimentará el camino para su éxito. Este camino puede construirse de muchas maneras, pero los mejores reclaman un diseño minucioso para cumplir bien con su función, y la ambientación de espacios puede ser una forma hacerlo.

En un servicio a medida, el cliente toma las riendas del diseño y esto le permite codificar una narrativa o ethos que define el carácter de la empresa. Cada línea, cada forma, cada detalle de la pieza, ilustra unas facetas de la personalidad de la empresa que servirán como sello distintivo en la mente de sus clientes, estableciendo una clara diferencia entre ella y su competencia.

La historia que se traduce en cada pieza sirve para hilar los espacios del hotel. Aunque cada uno tenga su propio propósito, se puede crear una conexión que haga del hotel una entidad coherente y holística. Gracias al diseño a medida se puede crear una nueva experiencia en cada espacio, manteniendo, a la vez, un sentido de homogeneidad en todos ellos.

Por último, un aspecto oculto del servicio está en la capacidad de ayudar al cliente a construir su propia identidad. Los usuarios del hotel compran un por qué, una visión, además de unos servicios. Para enriquecerse, cada cliente sorbe un poco de cada marca que consume y vive. Cuando el usuario se identifica con la identidad de una empresa y recibe un buen servicio, este se vuelve un defensor de la marca y las probabilidades de que repita son mayores. Es decir, el valor de vida de este usuario crece y, con esto, los ingresos de la marca.

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